El desarrollo evolutivo.
El aprendizaje es inherente al ser humano.
El desarrollo de la persona tanto a nivel del individuo como a nivel humanidad están regidos por el aprendizaje. Los conceptos de asimilación y acomodación de James Baldwin y la teoría constructivista del aprendizaje de Jean Piaget pueden aplicarse a través de las etapas del ciclo de envejecimiento.[1]
En el desarrollo del aprendizaje de los niños, las diferentes etapas son claramente visibles. En la persona adulta las funciones ya establecidas necesitan actualizarse y corregirse constantemente pero de un modo mucho más lento y por ende menos perceptible.
Cada etapa tiene configurada una serie de modificaciones físicas, funcionales y cognitivas que se van aceptando e integrando a lo largo el tiempo y las experiencias, y de ese modo se van atravesando lo distintos estadios en el desarrollo evolutivo.
La adaptación al medio y el despliegue de los propios recursos requieren, a nivel energético, rutas por donde la información viaje, se actualice y llegue a la conciencia. Esas rutas, los 8 meridianos extraordinarios, conducen entre otras cosas Wei Qi y Yuan Qi.
El Wei Qi, es de energía más superficial y liviana, su frecuencia lleva impresos los patrones defensivos que son necesarios para el equilibrio entre la energía patógena (Xie) y la energía vital (Zheng). También lleva consigo los códigos que posibilitan la adaptación y aprendizaje de nuevas herramientas en pos de generar mayores posibilidades de supervivencia. Esta compuesto por la parte más sutil del Gu Qi[2], (el Qi que se obtiene a través de la alimentación) y por el Yuan QI que es la manifestación yang de la esencia (Jing), y por lo tanto es una energía profunda y Constitutiva.
El desarrollo evolutivo se vale de ciertos procesos funcionales cuyos parámetros son establecidos en los confines del Cielo Anterior, es decir o bien son heredados, a través de la información genética y energética de su linaje, o bien son adquiridos durante el primer ciclo de siete/ocho años, a partir de la relación con la madre, el padre y los vínculos más cercanos.
Estas procesos pueden agruparse según su posición ente los dos cielos, el anterior y el posterior[3].
Los más profundos, elaborados con la energía prenatal, son los relacionados con el reconocimiento de la las herencias y la manifestación del propio linaje en nuestra estructura material y espiritual.
La misma herencia que nos da una contextura física particular, las tendencias a padecer ciertos desequilibrios, ciertas enfermedades, así como el legado cultural impreso en nuestros movimientos, en la mirada sobre algunos aspectos del mundo.
Junto con esto, el sentido de la identidad.
Casi en el mismo nivel se establece la conexión con los vínculos, la manera de relacionarme con ellos administrando equilibradamente los grados de dependencia y compromiso. Se generan aquí los parametros para medir la satisfacción, la noción de amor y la sensación de ser cuidado y alimentado.
La expresión yang de esta conexión con los otros, es manifestada por la necesidad de independencia, de extender la mirada y con ello la propia vida, lo más lejos y amplio posible. Aquí entran en juego los estímulos recibidos, la experiencia en el control del mundo:
Del propio mundo a través de los esfínteres y de mundo exterior a través del sentido de la rectitud y la actividad. La pulsión por expandirse, por salir a generar experiencias que enriquezcan la existencia y la transformen.
Ya netamente dentro de la vida postnatal tenemos la conexión y equilibrio con las energías del cielo y de la tierra. En el cielo encontramos las fuerzas que generan los fenómenos físicos conocidos y las fuerzas que van marcando el ritmo de nuestro envejecimiento.
El desarrollo y madurez de las fuerzas reproductivas moviéndose en ciclos espiralados, ejerce en nosotros fuertes impresiones y modificaciones posibilita el crecimiento.
El proceso compuesto por las transiciones entre los ciclos impacta en nuestra autoimagen y en la manera en que filtramos la realidad y la guardamos en nuestra memoria constituyendo parte de un relato que es el relato que tenemos de nosotros mismos y nos brinda la sensación de coherencia, de cohesión y estabilidad.[4]
Dentro de las transiciones se encuentra la función de Gestionar la manera de relacionarnos con los mandatos celestes que van desde el nacimiento hasta la muerte con el modo de relacionarnos con los mandatos terrestres, aquellos arbitrados por nuestro inteligencia colectiva.
Los pactos socioculturales, las tradiciones familiares o las costumbres urbanas de la época ejercen influencia sobre nuestras elecciones. Esta coordinación está relacionada con capacidades de aprendizaje sobre el propio cuerpo y el espacio que lo rodea, la comodidad con que yo me desenvuelvo en la vida, en relación al espacio, a mi propio cuerpo y a mi propia imagen en el momento presente.
Los procesos relacionados con el equilibrio y la conexión con el ciclo nictameral es necesaria para establecer los momentos en que se va a actuar y los momentos en que no. La energía yang durante el día y la yin durante la noche son enlaces correctos.
En relación con la captación de la luz a través del ojo: los sistemas químicos y eléctricos nos predisponen a la actividad o al reposo en el momento correcto. Emparentado con este ciclo la mirada se vuelve interpretativa en lo que respecta a los juicios. El bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, las bases morales del juego social son aprendidas, obedecidas o rechazadas. Esta mirada evaluadora de mi mismo y del mundo exterior marca la manera en que se estructura tanto la visión interna y la postura frente mi mismo como la visión del mundo externo, sus injusticias y desequilibrios y la postura que tomo frente a eso.
Esta postura va a ser determinante para el desempeño de los roles que la vida social va proponiéndome y yo voy habitando. La puesta en movimiento de mi curiosidad y mis recursos materiales para desarrollarla generar las experiencias que forman mi vida, mi personalidad y que resultan, cuando están en pleno contacto con mi Esencia, en la manifestación de mi ser natural, del propósito individual.
El último proceso de transformación incluye funciones indispensables para la evolución es el análisis y confrontación con todos los restos energéticos y psicoemocionales, derivados de la vida, que no pudieron ser captados e integrados por meridianos principales y sus colaterales. Hay experiencias cuyo impacto produce un desbordamiento del sistema. Esa información en exceso amenaza la estabilidad de la vida por lo que se alojará lejos de la conciencia: Un trauma demasiado violento para ser procesado en el momento, ya sea por su ocurrencia a una edad muy temprana o por mi inmadurez psicoemocional del momento.
Estos traumas, estas experiencias que supieron poner en peligro mi integridad se suprimen, eliminándose del nivel conciente y depositan en la profundidad de uno de los vasos extraordinarios y desde allí influencian mis patrones defensivos al nivel de la personalidad y forman los paradigmas de que se vale el inconsciente para crear estructuras de personalidad protectivas.
También los apegos no resueltos, los duelos no integrados generan la idealización de personas o situaciones que dificultan las nuevas experiencias, instalando paradigmas irreales e inalcanzables, bloqueando nuestra capacidad de manifestar la identidad y crear.
La liberación de estos bloqueos energéticos hacia la sangre y los meridianos principales, a través del trabajo con los 8 Vasos Extraordinarios, crea un ambiente propicio para su revisión y análisis, alivianando la carga de sostener limitaciones autoimpuestas.
Se genera espacio para que el sistema de meridianos principales descargue nuevamente los excesos, los silencios crónicos, las emociones paralizantes que ponen en riesgo nuestra vida hasta que gradualmente puedan ser absorbidas e interpretadas en el camino hacia el autoconocimiento.
[1] Para Piaget, el desarrollo cognitivo era una reorganización progresiva de los procesos mentales resultantes de la maduración biológica y la experiencia ambiental. Creía que los niños construyen una comprensión del mundo que los rodea, experimentan discrepancias entre lo que saben y lo que descubren en su entorno, y luego ajustan sus ideas en consecuencia.2 Además, Piaget afirmó que el desarrollo cognitivo está en el centro del organismo humano y que el lenguaje depende del conocimiento y la comprensión adquiridos a través del desarrollo cognitivo
[2] Tipos de QI -Compendio De Medicina China, Eric Marie.
[3] Basado en los autores Jeffrey Yuen, David Twicken, Avi Maggidof, Serena Chelini, Electra Pelufo, Stephen Birth. Elisabeth Rochat, entre otros. Ver referencias bibliográficas
[4] Como se cita anteriormente, el nacimiento, el comienzo de madurez sexual, su cenit y posterior descenso son pulsos celestes, mientras que la vida social en la tierra establece instancias como las distintas etapas de escolarización, el casamiento, el ingreso al circuito productivo social, la maternidad o paternidad, la vejez y la muerte.